"A los jóvenes: que no les dé vergüenza degustar el vino en lugar de trasegarlo"
"No sé si la ceremonia es necesaria o no, pero a todo el mundo le atrae lo que tienen nuestros actos de solemnidad"
"Ha habido una pérdida en la consideración del vino como alimento"
Lo de Cofradía, con sus maestres, cancilleres, enotecarios... suena un poco a antiguo ¿cuál es el sentido de una cofradía en el siglo XXI?
Bueno, en realidad no son más que nombres que equivalen a cargos normales: presidente, vicepresidente, tesorero, relaciones públicas... Somos una asociación cultural sin ánimo de lucro y nos dedicamos a difundir la cultura del vino en cualquier tipo de manifestación, lo que hace nuestro ámbito temático infinito.
Concretemos: ¿qué actividades organizáis?
Todos los meses organizamos actividades para nuestros más de 300 cofrades, colaboramos con otras cofradías y, para mí lo más importante, hacemos una labor de formación y divulgación, sobre todo entre la gente joven. Es una de mis obsesiones, casi todos los jóvenes quieren entrar en el mundo del vino, y hay que enseñarles cómo.
¿Necesita el vino una ceremonia?
No sé si es necesaria o no, pero a todo el mundo le atrae lo que tienen nuestros actos de ceremonia y de solemnidad. Pepa Fernández quedó encantada cuando fue investida cofrade de mérito, y Tim Atkin se fue enamorado. Lo de los trajes es una distinción, un elemento que da seriedad, como la promesa y el cepazo. Lo hace todo mucho más atractivo para los nuevos cofrades, y los eventos lucen más.
También le da un tinte de exclusividad ¿qué hay que hacer para ser cofrade?
Cualquiera puede ser socio de la Cofradía, es decir, cofrade numerario. No hay más que firmar y pagar una cuota anual, que sale más que a cuenta si asistes a los eventos mensuales que organizamos. Y hacerse el traje, ya está.
Además del traje, los cofrades llevan un medallón con el anagrama de la Cofradía ¿qué significa?
Es un emblema del siglo XVI, es un entrelazado de las iniciales de los apellidos de varias familias de bodegueros riojanos. Con él marcaban los pellejos en que se exportaba el vino. Fue el inicio de la marca Rioja.
Hablaba de la gente joven ¿alguna pauta para ellos?
Les diría que pierdan el miedo al sosiego y a la parafernalia. Que no les dé vergüenza degustar el vino en lugar de trasegarlo de la copa al estómago, darle tiempo y movimiento para que se oxigene, porque es la manera de descubrir qué tenía que ofrecerte ese vino. Si no, te lo pierdes. Coger bien la copa, por ejemplo, no es un esnobismo, es necesario para apreciar lo que hay dentro. Y hacer algo tan sencillo como leer la etiqueta del vino sirve para ir conociendo las distintas clases de vino, variedades de uva...
Por el contrario, ¿cuál sería el pecado mortal?
Puede que el mayor pecado sea mezclar el vino con otra bebida. Pero aun así a mí me parece mejor que que los chavales beban otro tipo de combinados, porque el vino ya está ahí, solo falta que vaya quitando todo lo demás para saber apreciarlo. Al menos no rechazan el sabor.
¿Existe un rechazo al sabor del vino?
Muchos no están acostumbrados, no lo conocen, no están hechos a él. En mi generación todos lo conocíamos, nos daban para merendar pan con vino y azúcar, y en toda mesa había un porrón. Ahora todo esto ha cambiado, no digo que a peor pero sí ha habido una pérdida en la consideración del vino como alimento.
¿Alguna idea para reponerse de esa pérdida?
En ello estamos. Por nuestros cursos de cata, como los que hacemos ahora en El Rioja y los 5 Sentidos, han pasado unas mil personas al año, y en las encuestas nos dicen que cada vez quieren saber más. Nuestra idea es hacer de la Cofradía del Vino un aula de cata permanente, dar un servicio fijo donde la gente de aquí y quienes nos visitan sepan que todas las semanas aquí se puede venir a aprender de vinos, a ejercitar los sentidos para captar todo lo que cada vino nos tiene que decir.