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Las almazaras riojanas molturan más de 2.450 toneladas de aceituna con Denominación de Origen

Las almazaras riojanas molturan más de 2.450 toneladas de aceituna con Denominación de Origen

Los primeros análisis reflejan que, tras un año complicado para el olivo, la calidad de los caldos elaborados será muy buena y mantendrá los altos estándares que se obtienen año tras año en la DOP.

06-02-2023

En una campaña marcada por el cambio climático, la cosecha de la oliva con DO ha sido ligeramente superior a la del año pasado. La Rioja ha molturado 2.450 toneladas de aceituna frente a las 2.300 toneladas de la anterior campaña.

Una cifra que deja un 'buen sabor de boca' en los profesionales del sector oleícola ante unas expectativas previas que auguraban una reducción de cosecha de entre el 40 y el 50 por ciento en el olivar de secano.

Con un rendimiento graso de casi el 18 por ciento, la cantidad de aceite obtenido ha rondado los 490.000 litros de aceite. Los análisis de los primeros aceites reflejan que la calidad de los caldos elaborados será muy buena y mantendrá los altos estándares que se obtienen año tras año. El oro líquido riojano de la campaña 2022-2023 sale al mercado con el sello de la DOP Aceite de La Rioja después de un año complicado para el olivo.

La falta de agua y los fuertes contrastes de temperatura han determinado el desarrollo del olivo en 2022. El olivar riojano ha tenido que afrontar condiciones adversas como consecuencia del cambio climático que ya deja ver los efectos que tendrá sobre la agricultura.

A priori, se preveía para el olivar de secano una reducción de cosecha de entre el 40 y el 50 por ciento en 2022, un año que, por la vecería, tendría que haber dejado una cosecha cuantiosa dado que la campaña 2021-2022 fue escasa. Por suerte, el olivar de regadío y un período de recolección que ha transcurrido con normalidad han salvado las cifras finales pese a las inclemencias del tiempo.

El 2022 fue un año difícil para el desarrollo del olivo. Los árboles, que salían del invierno en situación de estrés hídrico, han sufrido la falta de lluvias primaverales. Además, el cultivo ha tenido que afrontar los cambios extremos de temperatura. Entre mayo y junio, momento en el que se produce el cuajado, se pasó del frío al calor intenso. Las altas temperaturas provocaron que la flor se quemara y que el cuajado no llegara a buen puerto, quedando poca oliva en los árboles.

Durante el verano, el calor y la sequía persistente tuvieron como consecuencia la deshidratación de parte del fruto y la caída de algunas aceitunas del árbol. La única nota positiva fue la ausencia de enfermedades y plagas. Tan solo a finales de septiembre hubo vuelo de mosca que no afectó demasiado al fruto. Así, la aceituna llegó en un estado sanitario muy bueno a la recolección, que transcurrió sin mayores incidencias.

¿Cómo afrontar el aumento de la temperatura global y la escasez de agua? El técnico de la DOP Aceite de La Rioja y gerente de Bodega Vico de Arnedo, Emilio Abad, apunta a una redefinición de las técnicas de cultivo, como pueden ser la búsqueda de altura y el empleo de variedades mejor adaptadas al nuevo clima.

El año pasado, “olivos antiguos ubicados en localizaciones más altas, aunque se han visto afectados por la sequía, no han acusado tanto los efectos del calor como los de la Ribera“, cuenta Abad. “Aunque los olivos de zonas bajas han tenido posibilidad de riego, han sufrido las consecuencias de las altas temperaturas justo en el cuajado de la aceituna“.

Además, los árboles más viejos tienen mejor adaptación, generalmente ubicados en zonas altas, que cuentan con más recursos de madera y una raíz más profunda que les ayuda a obtener agua del subsuelo con mayor facilidad. Suele tratarse de olivos que no han recibido tratamientos y se cultivan en secano y, por lo tanto, se han hecho más resistentes a las condiciones de suelo y clima.

Según Abad, “las variedades también tienen un papel fundamental para determinar una mejor adaptación al clima mediterráneo. “Aquellas variedades que resisten bien los ciclos de calor y la sequía propios del Sur van a encajar mejor en las zonas de cultivo riojanas. Variedades como la picual, la arbequina o la empeltre, más sensibles ante el riesgo de heladas, ahora pueden ser más apropiadas". Antes de plantar hay que evaluar el suelo, la zona climática y la altitud.